Los arquitectos Diana Salvador y Javier Mera han construido su propia cabaña de madera contrachapada y bajo impacto ambiental junto a un río en Puerto Quito, Ecuador.
Oculta en un entorno de densa vegetación en medio de una plantación de naranjos, bananos y cocoteros se alza esta sencilla casa prefabricada diseñada por los arquitectos Diana Salvador y Javier Mera para su propio solaz. Con una superficie de 40 metros cuadrados distribuidos en dos niveles, la construcción destaca por su cubierta fuertemente inclinada bajo la que se cobija un estar, una cocina, un baño y un pequeño dormitorio accesible a través de una escalera de cuerda. Cuando no la utilizan, la pareja alquila la cabaña a turistas para que disfruten de un contacto íntimo con la naturaleza.
Todos los materiales utilizados han sido elegidos por su baja huella de carbono y la posibilidad de ser completamente reciclados o reutilizados al final de su vida útil. La estructura principal es de paneles prefabricados de madera contrachapada, soportada por gaviones rellenos de piedra que protegen la casa de las inundaciones causadas por las fuertes lluvias de la región y las ocasionales inundaciones del río cercano. La cubierta está realizada con láminas corrugadas de TetraPak, compuesto por un 70% de polietileno reciclado y un 30% de aluminio reciclado.
Para limitar aun más la huella de carbono de su cabaña, los autores diseñaron la cubierta para facilitar la ventilación natural, eliminando la necesidad de climatización mecánica. Las perforaciones en las paredes facilitan la ventilación cruzada. El techo presenta también una capa retráctil que puede utilizarse para cubrir un lucernario y limitar así la cantidad de luz solar directa para contribuir a refrescar el interior.
“El propósito era crear un lugar tranquilo que estimule la conexión con la naturaleza. Suena un poco romántico, pero es realmente triste que este vínculo se haya olvidado”, comentan los arquitectos. “Nuestra vida es sencilla, y así debía ser también este refugio. Contiene solo lo mínimo imprescindible”. Como la cabina de ducha que sorprendentemente se ubica en el exterior de la fachada principal, y que contribuye a esa inmersión en la naturaleza que pretendían Diana y Javier.